
Aliento que reseca la tierra en mi sombra en caídas y sueños: voces solas, puños resignados a colgar de mi saco.
A mi lado: la soledad martillándome.
Condenado a pisar el mar con mi fe, condenado a mojarme en las leyes. Tuve un sueño, vi grietas marcadas en mis manos: el sol cayó y no me acompañó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario