lunes, 26 de mayo de 2008

Persecución de sí misma

Siento que alguien me mira desde que salí de mi casa, eso me distrae cuando subo a cualquier carro, siento que observan todos mis movimientos, parece que sabe algo, será ese con gorra roja o esa con botas peludas. Si cuando estoy en mi casa, veo a alguien parado al frente de ella, como esperando que yo salga; siempre veo a alguien que está como cercando mi camino, mi dirección, viendo qué hago, hacia dónde voy. La tele, el Internet no me quita esa sensación; ya sé, le voy a contar a un amigo, ese que me escucha y que siempre está cuando lo necesito. Está apagado su celular, qué estará haciendo, pero él mantiene prendido su celular, qué le habrá pasado, ¿le habrán hecho daño? No, no quiero que le pase nada a nadie ni menos a él. No me voy a preocupar en tonterías, voy a salir sola a dónde me lleve mi cuerpo. Saliendo de su casa, cruza la pista de doble sentido, ya se había olvidado que se sentía perseguida, ella no se percata de las personas que le siguen los pasos, ella entra a un parque que está al frente de una Farmacia, ahí se iba a encontrar con un amigo que le iba ayudar a liberar su mente y algo más, a quien nunca iba a encontrar, pero se encontró con su pasado, quien con un silbido callejero quería atrapar su atención, ella no le hacía caso, y apresuraba sus pasos inciertos, porque se había vuelto realidad lo que sentía. Detente carajo, quiero hablar contigo Alejandra, ahora me vas a escuchar y muy claro, está vez no vas hacer lo que quieras. Tú eres quien me estabas persiguiendo, déjame tranquila, ya no tengo nada contigo, lo nuestro se terminó, recuérdalo. Sí, ya sé, lo nuestro se acabó, pero lo que sabes y lo que viste aún está en tu mente y sé que puedes hablar. Ella consternada no sabía qué hacer, si gritar o correr para no encontrarse con ese pasado, sentía cómo sus manos se le enfriaba, mirando el rostro de Hugo se le venía los llantos de ella y de un bebé que antes de dormir o en sus propios sueños escucha. Qué quieres de mí, si ya te di todo, no me jodas y vete de mi vida. No es tan fácil Alejandra, tú te alejaste de mí, no podías estar con una sola persona, y tú sola te jodiste; pero eso sí, si tan sólo abrieras la boca, créeme que cualquiera de tu familia será la próxima víctima. ¡No! No te metas con ninguno de ellos, te lo ruego. Alejandra, sabes bien a qué te haz metido, pero si tú hablas, te juro que la vas a pasar muy mal. Óyeme, concha de tu madre, después de haberme violado y haberme hecho abortar. Ah no, tú estás loca, tú nunca quisiste tener ese bebé porque no podías llegar a tu casa con un hijo de alguien que se droga, roba y mata igual que tú; qué seguridad le ibas a dar a ese bebito Alejandra. Tú estás huevón ¿no? Cómo iba a llegar a mi casa con un bebé cuyo padre no es más que un ratero, violador y matón, tú crees que yo iba a dejarte hacer eso. Déjate de cojudeces Hugo, y vete de aquí. Alejandra, aquí tengo un poco de lo que consumes, ¿quieres probar?, sé que no lo haz dejado, sé que alguien te vende por aquí, no por las puras sigo tus pasos, y tú como siempre dejas huellas; y a tu hermana ya le vino la regla ¿no?, entonces ya está lista para hacerle sentir lo que tú sentiste cuando tenías su edad. Ella no aguantaba escuchar eso, no entendía por qué de repente todo se le venía encima, su rostro de pánico no le ayudaba a ponerse tranquila, sólo quería salir de ahí y no verlo nunca. Hugo le ponía de repente esa tensión porque le había visto algo extraño. Hugo, por favor, ya vete, yo no diré nada de aquel día que fuimos a Monterrico y nos subimos a un taxi, y tú sacaste esa cuchilla y le clavaste por la espalda a ese viejo de mierda. Pero, no te olvides que tú fuiste quien metiste ese mismo cuchillo en el cuello y toda la sangre estaba embarrada en tu mano, así que no te hagas la inocente, que ya dejaste de ser virgen; la vez pasada te seguía y te encontraste con un cojudo que te llevó a un departamento, también te seguí hasta un hotel y entraste con otra persona, y así en otras ocasiones te he visto con muchos chicos diferentes, ¿a caso eres una puta? En qué te haz convertido Alejandra. Yo me convertí en lo que tú quisiste que yo sea, tú me hiciste abortar, tú no sabes qué se siente escuchar llantos de un bebé por las noches, tú no sabes qué se siente ver el mismo rostro de un viejo que normalmente trabaja en su taxi, y unos cojudos lo mata para tener su auto y venderlos en la cachina, tú no sabes qué se siente ser observada por unos padres que sienten que no tienen hija, y que es un mal ejemplo para esta sociedad y para su familia. A veces, prefiero estar muerta, me siento un objeto, soy un objeto y me da cólera que tú vengas a amedrentarme, cuántas veces, he tratado de matarme, primero con pastillas, después con navaja y hace último con un líquido que ni sé para qué sirve, pero siempre hay alguien que me ayuda; puta mare, déjame tranquila, yo no voy a decir nada, pero eso sí, no te metas con mi familia o sino ya sabes lo que te va pasar; no te acuerdas que por ti, cuando te amaba, arriesgué mi vida, me metieron a la cárcel por unas horas, y no dije nada de tus cochinadas, y ahora qué estoy tratando de rehacer mi vida, me vienes con esas huevadas. Ya, tranquilízate, yo sólo hago esto por rutina, así que ya estás advertida: ni una sola palabra o sino te jodes tú misma, y no me eches la culpa de tus decisiones, quién te mandó que escaparas de tu casa y pediste ayuda a cualquiera que estuviera por la calle y yo que tenía buenas intenciones contigo, te ayudé y mucho aún, no te culpes ni me eches la culpa. Alejandra trató de huir lo más rápido posible asustada y totalmente suelta en lágrimas, y en su mente escuchaba los llantos del bebé que nunca tuvo y los gritos del viejo que mató; y Hugo con una sonrisa veía a un taxista como próxima víctima.

No hay comentarios: