martes, 21 de agosto de 2007

Samanta

Dejé un retazo de tronco envuelto de tus miradas trastornadas, infectado de puro falso amor… ay Samanta, si existieras no dejarías de no mentir y de aquellas miradas harías pétalos de verdad, dando tu sangre para desinfectar aquel virus que emana de aquella sabia agria, ácida y sucia de mentiras.
Ay Samanta en dónde estás, en dónde está tu fe y tu poder que transforma el corazón reciclado en uno fuerte con ganas de dar diez mil latidos por año.
Enséñame tus manos trasparentes semi heladas y me daré cuenta que nunca dejarás envolverte de aquel áspero armazón que te sonríe para capturar tu mirada e infectarla con sombras que te atormentan ; ay Samanta si tan sólo me avisaras que existes.

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